Curioso, tener los mismos días para prepararte que el año que naciste. Algunos pensaréis: son demasiados días. Otros todo lo contrario.
No es más que el tiempo que tuve desde que conocí la posibilidad de asistir los «Rimini International University Wushu Championships». Es un gran salto en mi carrera deportiva que no se puede dejar escapar. La experiencia de dar lo mejor de ti mismo en un campeonato de ese nivel… ¡ya me da ganas de no dormir!
Pero no nos podemos perder en alegrías. Hay que ir a lo pertinente. Dicho de otro modo, hay que ponerse a entrenar. Con unos objetivos muy claros y un plan basado en la ciencia y en la experiencia acumulada en todos estos años de entrenamiento para competiciones de todo tipo.
Entre comillas, lo fácil para mi siempre fue estar a tope en el apartado físico. Es uno de mis puntos fuertes. Pero la competición de Rímini va a exigirme cosas en las que no he competido jamás y que me motivan en un extremo supremo. Formas de competición obligatorias.
Todo el mundo podrá elegir 3 rutinas (mano vacía, arma corta y arma larga) de primera o segunda generación, es decir, formas iguales para todos. Así se podrá distinguir al mejor competidor de una forma mucho más equilibrada. Algo así como el espíritu de la GP2, en la que todos los pilotos corren con el mismo coche, demostrando quién es el más habilidoso.
Dicho esto, es necesario conocer a dónde uno quiere llegar, para trazar el mejor camino. Que no siempre es el más recto. Un avión pasa fuera de rumbo más del 90% del tiempo, en cambio termina por llegar a su destino. Eso es gracias al piloto automático: nuestros objetivos, mis objetivos para el campeonato, de cada mes, de cada semana y cada sesión de entrenamiento diario.
No es sólo físico, no es sólo técnico, es alcanzar un estado de preparación total. Convertirse en pura competición, ser el propio objetivo.
Aquí os dejo, de forma esquemática, las bases del plan de entrenamiento. En los próximos post veremos cuándo, cuánto y por qué.