
¿Te lo puedes creer? Un año sin hacer tu deporte, 8 entrenamientos en 4 semanas ¿y estás mejor que nunca?
No puede ser. Algo no funciona. Tu más que nadie sabes lo que M20 cree y entiende lo importante que es un buen entrenamiento.
Pero Minutoveinte… ¿De verdad estás más rápido?
Bueno, puede que no, pero estoy más relajado y eso me permite moverme mejor.
¿Y saltas más que antes? ¿Vuelas más?
Mmmm… creo que tampoco, los datos no mienten. Mi máximo en altura estaba en los 58-60cm y esta temporada recuperé los valores hacia los 52-54 cm según el día.
Pero he saltado mucho mejor ¡¿Cómo?! Aplicando la fuerza sólo en el momento adecuado.
De acuerdo, si no estas más rápido, ni saltas más alto, es imposible que estés más fuerte.
Tienes toda la razón. La ciencia de la fuerza está ahí detrás para corroborar lo que dices. Sin embargo, me he sentido muy fuerte. ¿Cómo? Relativamente. Y también, mentalmente.
Todo esto puede chocar, y antes que a nadie, al propio Minutoveinte. Recién confirmado como Doctor en Ciencias del Deporte y sabedor del poco tiempo que su trabajo en la empresa le dejaba. Tuvo que trazar un plan. Quizás no era el que más le gustaba, pero era el que podía abordar.
Sin tiempo físico, ni calidad de sueño para recuperar. Había que pensar en algo que pudiera servir para optar por un último mundial. Así pues, recordó las enseñanzas de su antiguo Decano y mentor, RMA.
Él le hablaba sobre algunos viejos deportistas, en concreto un maratoniano en los 40 años que para los JJOO de Barcelona´92 entrenó casi nada, y muy específico. Lo que le permitió guardar sus energías para la competición, y sortear las lesiones que te ofrece el trabajar con mucho volumen.
Cantidad de calidad de nuevo, pero faltaba una clave de este deporte. La fuerza ¿Cómo conseguirla? de nuevo una de esas viejas historias sobre deportistas, en este caso de salto con pértiga donde se necesitan todas las capacidades a la máxima coordinación. Resulta que una de las estrategias de estos era reducir su peso corporal para incrementar su fuerza relativa. Es decir, si se pesaban menos a sí mismos, podían moverse mejor, más rápido y por ende, considerarse más fuertes: RELATIVAMENTE.
Así fué, con un cuerpo relativamente en forma, sólo faltaba la cabeza, el foco para centrarse en el Minutoveinte. Y ahí, volvió un viejo compañero: el miedo. Un miedo a volver y no encontrarse. Un miedo que no conoce el aspirante y si el antiguo campeón. La sombra que te persigue: TIENES QUE VOLVERLO A HACER.
Lo que no contaba ese miedo era encontrarse con una cabeza ya vieja en la que no cabía ningún tipo de ego.
Tan sólo el placer de salir ahí y sacar el deporte que siempre llevaste dentro.
Poner el alma en cada movimiento en busca de un arte, efímero que todo el mundo pudiera disfrutar.
Dan Río (Minutoveinte)