Hoy vais a conocer a la persona que con su paciencia y saber hacer me aportó lo mejor de sí para mi rendimiento.
Ayer visteis a mis «fisios» de guardia. Hoy conoceréis a mi ángel de la guarda.
Cuando más perjudicado estés y no tengas fuerzas ni para subir escaleras, ahí vendrá ella. Armada con su camilla, se plantará en vuestro salón y no tendrá piedad de tus contracturas (y sobretodo de mis cosquillas) hasta restaurarte por completo.
Así es ella. ¡Cuánto he aprendido! Si ayer os enseñé esos gadgets, los utilizo en base a lo que ella me ha enseñado para descontracturarme. Al igual que decenas de triquiñuelas más. Yo llevaba las «cintas de colores» antes de que Beckham las pusiese, por algo será.
Si me pusiera a contar el historial de «trucos de magia» que he vivido con ella durante estos años tendría para mucho. Llegar con el ciático atrapadísimo y salir de la clínica pegando saltos, además de darte ejercicios para la próxima vez que te ocurra, es tan sólo una de tantas. Y, como comprenderéis, no tiene precio. Pero lo importante de todo esto, es que he encontrado a una persona que entiende mis «tolerías», huesos, músculos y ligamentos hasta tal punto que, confiar en su profesionalidad es una palabra que se queda demasiado pequeña.
Una auténtica crack, ¡qué suerte los que vivan en Lugo y puedan concertar una cita!
Gracias por todo, Carolina, y seguro que te lo diré muchas veces más.